Taiwan Today

La Revolución Hsin Hai de 1911, que condujo al derrocamiento de la dinastía Manchú y al establecimiento de la República de China, estuvo inspirada por el nacionalismo y contó con el apoyo universal de parte del pueblo, afirmó en los días últimos el profesor Lee Kuo-chi, de la Universidad Nacional Normal de Taiwan. "Absolutamente no fue como algunos historiadores occidentales o los comunistas chinos han expresado: una revolución burguesa de ciase", afirmó en su discurso "El nacionalismo y la Revolución Hsin Hai" en la reunión semanal del Kuomintang, celebrada recientemente en el palacio conmemorativo al Dr. Sun Yat-sen. Lee señaló que el nacionalismo llegó a ser la fuerza principal detrás de todos los movimientos revolucionarios, luego de la Guerra Sino-Japonesa de 1894. "El nacionalismo prevalecía entonces no solamente entre los intelectuales, sino que también entre los obreros y entre los hombres de negocios", afirmó. El profesor hizo notar también que si bien lo que hizo que todos los habitantes se opusieran al gobierno Manchú estuvo defendido por los intelectuales, el movimiento de masas estuvo inspirado mas bien por el nacionalismo. El profesor Lee continuó diciendo que la Revolución Hsin Hai, fue un movimiento de naturaleza nacionalista. Las causas principales de la revolución fueron las agresiones sufridas por China, por parte de las fuerzas extranjeras y el temor por parte de los intelectuales, de que China pudiese ser destruida. Estas fuerzas causaron un despertar por parte del pueblo chino, por proteger a su nación. Con la extensión de la ola de nacionalismo a raíz de la Guerra Sino-Japonesa de 1894 -señaló- el triunfo de la Revolución Hsin Hai no fue sino el resultado natural. De no haberse producido la sublevación Hsin Hai -dijo- no hubiera tenido lugar otro movimiento similar que pudiera conducir finalmente hacia el derrocamiento de la incompetente y corrupta dinastía Manchú. Asimismo, el profesor Liang Yuan-sheng del departamento de Literatura China de la Universidad Nacional de Singapur, señaló también que los cristianos chinos desempeñaron un papel muy importante en la Revolución Hsin Hai de 1911. En el seminario acerca de "La Revolución Hsin Hai China de 1911 y los chinos de ultramar del sudeste del Asia", patrocinado por el Instituto de Relaciones Internacionales, Liang expresó que numerosos dirigentes revolucionarios chinos, como el Dr. Sun Yat-sen, Lu Hao-tuing y Cheng Shi-liang, fueron cristianos. Las iglesias cristianas también les concedieron asilo tanto a estos líderes, como a sus seguidores. Asimismo -expresó- en la batalla de Huichou de 1900, en la provincia de Kwangtung, el 30 por ciento de los combatientes revolucionarios eran cristianos. Incitó además a los chinos de ultramar del sudeste del Asia a juzgar lo que es la verdad en la historia, basados en su propia conciencia y en los materiales históricos y en no dejarse confundir por las tácticas de propaganda de Pekín. Por otra parte, los intelectuales chinos que tomaron parte en este mismo seminario, estuvieron de acuerdo en señalar que la ayuda ofrecida por parte de los chinos de ultramar en el sudeste del Asia, fue uno de los factores más importantes que condujeron al triunfo de la revolución nacional china de 1911. Shaw Yu-ming, director del instituto patrocinador del mismo seminario, indicó que la moral de los chinos de ultramar y el apoyo financiero ofrecido a la causa revolucionaria del Dr. Sun Yat-sen, convencieron a la mayoría de habitantes de China, de la necesidad de llevar adelante la revolución, para derrocar a la dinastía Manchú. Asi también, atribuyó el reciente cambio por parte de algunos intelectuales norteamericanos en su evaluación de la Revolución de 1911, a la influencia del régimen de Pekín, por lo que los incitó a no caer en la trampa de dicho régimen, cuyo objetivo es distorsionar la historia y elevar su propio status en el proceso de la revolución. Finalmente, Ma Chi-hua, director del Instituto de los Tres Principios del Pueblo en la Universidad Nacional de Chengchi, dijo que los habitantes deben intensificar su vigilancia contra los perversos intentos de Pekín, de degradar la Revolución capitalista.